Los cuatro integrantes del grupo, Guillem (voz), Roger (guitarra), Martí (bajo) y Arnau (batería) naturales de Barcelona, cantan sus canciones en catalán, algo que a priori puede generar prejuicios insostenibles. Prejuicios que se disuelven dulcemente, como terrones de azúcar dando sabor al amargo café, nada más escuchar los primeros acordes de, por ejemplo, “Benvolgut”, el tema que abre su segundo disco, “10 milles per veure una bona armadura” con el que consiguieron encaramarse al primer puesto de la lista de discos más vendidos en España, tras sólo una semana a la venta, con más de 10.000 copias. Manel es, el primer grupo de pop que logra este puesto, al que sólo habían llegado dos cantautores. Uno de ellos fue Lluís Llach en los años setenta y el otro gran cantautor que lo logró fue Joan Manuel Serrat, también por dos veces, la última de ellas hace 15 años.
Manel, con su pop-folk popular evolucionado a nuevas cotas gracias a los múltiples instrumentos utilizados para sus composiciones, que van desde el ukelele, hasta el clarinete, pasando por la flauta dulce o el banjo. Todo un regalo ver a Manel en concierto, a los que les encanta interactuar con el público y contar sus historias divertidas que enlazan a al perfección con la siguiente canción, con lo que la lengua en que se canten esas canciones poco importa ya. Un éxito merecido, el logrado por los barceloneses, que se repitió en el auditorio de Murcia el pasado sábado 8 de octubre, donde los aplausos al ritmo de la música no tardaron en llegar nada más sonar el primero de los temas, “El Miquel i l’Olga tornen”, sin duda un comienzo magistral. Siguió un poco de calma con “La bola de cristall”, los sentimientos y las sensaciones se notaban en la atmósfera de la sala Narciso Yepes, donde al final se celebró el concierto. Siguió otro tema del nuevo disco, esta vez “El gran salt”. Ahora empezarían a llegar las canciones del anterior disco, su álbum debut, “Els millros professors europeus”, y la primera de ellas era “Pla quinquennal” y no sería la última. Era el turno para el “Boomerang” más famoso, un momento mágico acompañado por las palmas del público, emocionantes minutos sin duda. Manel recuperaban de nuevo el primer disco, ahora con más fuerza, tocando primero “Ceramiques Guzman”, seguido de “Dona extrangera”, y luego uno de los temas que todos esperábamos, “En la que el Bernat se’t troba”, donde nadie dudo en hacer los coros con los silbidos. A mitad de la canción, cuando deberían haber sonado los tubas, los trombones y las trompetas, ya nos aviso Guillem que a veces no se puede tener todo y el público contesto con risas. Una complicidad máxima que denota las tablas que tienen los catalanes encima del escenario.
Justo al acabar la canción, Guillem contaba una de sus historias, quien sabe si verdaderas o no, en la que ponía de protagonista a Andreu, el batería, que miraba con caras raras mientras su amigo contaba el relato. Parecía un bonito cuento de un niño en la feria que encontraba la famosa maquina del faquir que te predice el futuro, el final de la historia era el inicio de “La canço del soldadet”, una delicada preciosidad. Luego vinieron “Flor groga” y el la carta de presentación del segundo disco con un magnífico videoclip, el tema “Aniversari”, que Guillem al empezar, como ya hiciera en el SOS, centró la atención del público en los coros interpretados por Roger y su melodía hipnótica a los que se sumó Martí. Más tarde sonó “Captatio benevolentiae”, con la que se despidieron del respetable, que no paraba de aplaudir pidiendo otra sin cesar. Salieron de nuevo al escenario Manel para regalar más platos fuertes de su discografía, le tocaba a “Benvolgut” y después “Ai, Dolors”, los asistentes no podían más y todo el mundo acabo de pie bailando y tocando palmas al son de los temas. El grupo volvió a despedirse y salió, pero la gente no paraba de aplaudir y consiguió que Manel repitiera bis otra vez, y para rematar que mejor que la bellísima “Al mar!” que hizo cantar el estribillo a los presentes. Pero para cantar llegaría ahora el momento cumbre de la noche, el majestuoso himno que cierra el disco “10 milles per veure una bona armadura”. Se trataba de “Deixa-la, Toni, deixa-la”, con Guillem haciendo partícipe al público para que cantara los coros. Y así una vez y otra vez, y otra vez. La gente quería más. Manel volvió a demostrar, si es que tenia que hacerlo, el porqué de su éxito.
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