A estas alturas son pocos los que piensan en Iván Ferreiro como nombre individual, masculino singular. Iván Ferreiro es una banda como el Nápoles de Maradona. Sin él, no hubiesen alcanzado ciertas cotas, conseguidas a pesar de él. En esta ocasión, si uno de los titularísimos como Ricky Falkner va convocado con Love of Lesbian a México, sale el multinstrumentista Martí Perarnau, bajista accidental, a suplirle. Y bajo la formación de sexteto, se volvieron a presentar en Murcia con ‘Casa’ -último disco- ya presentado.
Presentación hecha meses atrás, vinieron a Murcia a pasarlo bien, a hacérnoslo pasar bien; lloviese, tronara o se disparase el mercurio, como ocurrió el sábado. Y es que uno diría que antes de las 23:00, hacía menos calor que dadas las 00:45. Fueron casi dos horas de universo Ferreiro en las que inevitablemente salió gente de la Gamma sin haber cantado su favorita y es que, son ya muchos los himnos que podrían incluirse en el repertorio.
Sentado al piano del que no se alejaría en toda la noche, Iván tecleó los primeros acordes de Me toca tirar, primera del setlist y se aseguró de que no tendría que esforzarse mucho para que la velada se convirtiese en éxito. Le siguieron El bosón de Higgs, Inerte, Toda la verdad y Ciudadano A. Cinco temas, cada cual de un disco, de diferentes etapas e incluso uno de ellos, de otra época; pero todas coreadas por el afanado e incondicional público del vigués (y su banda). Su hermano a la derecha y Emilio Saiz a la siniestra, no dejaron, como tampoco lo hicieron los tres de la retaguardia, de trabajar para un killer que está en racha.
Prosiguió con canciones como Pájaro Azul y El viaje de Chihiro, que sonaban tan nuevas como La otra mitad o Dies Irae. Daba igual que tocase El viaje a Dondenosabidusientan, Santadrenalina, NYC o el Pensamiento circular a coro con Martí, porque el magnetismo entre banda y público era total. El unísono era una constante y nadie pensó, a pesar de las gotas de sudor que se vislumbraban en el escenario, que se marcharían con Los restos del amor y Cómo conocí a vuestra madre.
Volvió solo Iván Ferreiro para los bises y terminar de darlo todo. Y solo tocó una canción, Farsante, con la que parece redimirse de su oscuro pasajero. El aforo casi completo de Sala Gamma permitió por vez primera que se escuchara al gallego por encima. Al terminar el tema, como en su auxilio, aparecieron tanto su banda como el público. Raudos y veloces para volver a gravitar con y en torno a él. El equilibrio es imposible, Spbn, y Años 80 –amigos, llegados a este punto hay que asumir que Iván Ferreiro puede dar un buen concierto sin tocar nada de Piratas- dieron paso a un broche final compuesto por El dormilón y “Diecinueveturnedo”. Acto seguido se fueron y uno piensa que flota. Uno piensa que ha perdido el centro de gravedad.
Fotografía cortesía de Sergio Merka de C’mon Murcia