El Monkey Week se viste de seda y gana adeptos en Sevilla

Monkey Week 2016

La expansión del Monkey Week llegó hasta Sevilla y el resultado ha sido óptimo en la mayoría de aspectos. A decir verdad, en El Puerto todo era más cómodo y más gamberro, pero el mono de los festivales cada vez es más grande y necesita de cuidados diferentes. La Alameda de Hércules sevillana ofrece muchas más salas de conciertos preparadas para tal fin, teatros, escenarios y espacios musicales no muy lejanos entre sí, gastronomía variada y económica (ya que es no el centro turístico de Sevilla) y una de las cosas importante a tener en cuenta es que la capital andaluza es la ciudad mejor conectada con el resto de ciudades españolas e incluso internacionales, lo que hace un destino bastante atractivo para los profesionales del sector musical.

En verdad el Monkey Week no es un festival, lo he ido diciendo a lo largo de toda la semana pasada. Es otra cosa y por ahí anda el encanto que pueda tener. Es cierto que tiene mucho de feria profesional. Comerciales, managers, discográficas, sellos independientes intentando conectar y hacer negocios para dar salida a su producto y que lo conozcan en otros mercados. Y de todo se benefician los melómanos empedernidos, los periodistas, fotógrafos y el sector servicios de la zona, ya que hay tres días de conciertos por la ciudad con un precio de abono bastante competente.

Se puede confirmar que Monkey Week ha vuelto a superar todas las expectativas y ha aumentado las cifras de sus pasadas ediciones en actividades ofrecidas, profesionales acreditados y público asistente: más de 8.000 personas, pasaron por los 18 espacios escénicos del festival en sus dos jornadas principales, viernes y sábado; 614 profesionales acreditados163 bandas543 músicos participantes236 conciertos y showcases168 periodistas35 actividades destinadas a profesionales: conferencias, talleres, mesas redondas, reuniones B2B, sesiones de networking…; más de 30 delegados internacionales procedentes de países tales como México, EE.UU., Chile, Australia, Reino Unido, Portugal, Suecia, Bélgica, Rusia, Corea del Sur, Serbia, Austria, Alemania y China.

Lejos de cifras oficiales y datos objetivos, vamos al tema musical. Ya publiqué algunos tweets en la cuenta de El Backstage Mag con los conciertos y grupos que más me impresionaron con diferentes variables: ‘Descubrimientos flipantes‘, ‘Directos potentorros‘ y ‘Shows diferentes y bonitos‘.

Para ir al Monkey es indispensable sentarse un momento con los horarios impresos y un boli. Luego vienen los quebraderos de cabeza ya que al mismo tiempo, siempre están tocando al menos 7 grupos. Un auténtico delirio. Menos mal que cada grupo toca dos o tres veces en diferentes espacios. Es divertido tomarte tu tiempo trazando una ruta, decidiendo que banda merece tu atención y cual no.

El jueves estaba claro, solo había cinco conciertos y cuatro de ellos eran en el mismo escenario. El escenario Arnette, dentro del espacio Santa Clara a los pies de la imponente Torre de Don Fadrique. Una bonita estampa, pero donde la distancia con el público no jugaba a favor de los grupos. Con el estanque de los cocodrilos o pirañas, como decían algunas bandas, una especie de fuente frente al escenario, pero que estaba vacía. Los murcianos Bosco supieron hacer lanzar su mágico elixir para convertir a los asistentes y meterlos en su emboscada musical. Una propuesta extremadamente singular que puede resultar adictiva. Estética hippie-chamánica de la banda con un frontman que no tiene duda en volar para dejar el escenario y transportarse hacía el público para hacer el ‘círuclo de fuego’ en su útlima canción. La coreada ‘El Timón’, incluida en su primer disco ‘El Elixir Mágico/Una Nueva Hoguera’.

Cambio de rumbo para recibir a los también murcianos Noise Box. Shoegaze elevado al cubo, guitarrazos impíos, armonías evocadoras y mucha tralla. Seguramente hacía mucho tiempo que la torre de Don Fadrique no sufría tal explosión sónica en sus muros. Con su recién estrenado nuevo disco ‘Every picture of you Is when you were younger’ dando que hablar y en boca de todos (normal, está plagado de hits), la carrera de Noise Box parece que acaba de empezar, cuando lleva más de 15 años sobre los escenarios. La ilusión en sus caras y una actitud positiva dibuja uno de sus mejores momentos en su trayectoria. Pero es que al día siguiente en Ítaca sin tarima ni nada. Frente al público, a escasos centímetros, desbordaron a su paso. Aporrearon los instrumentos como nunca y ganaron como siempre.

Luego Izaki Gardenak se subía al escenario, pero el folk pop de bella factura de los vascos cantado en euskera es como comerse un polvorón en pleno agosto en la playa. Es rudo, punzante, lleno de aristas. No es que no se entienda, es que es tan cuadriculado que no entra. Pero quizás será cuestión de costumbre, de no escucharlo tan habitualmente como el inglés o otras lenguas. Las melodías están llenas de belleza y de momento le estoy dando otra oportunidad, aunque me cuesta.

Ya el viernes empezaba la acción con todos los escenarios a pleno gas desde la mañana hasta la noche. Un buen desayuno en la alameda, una buena ristra de cargadores portátiles para el móvil, calzado cómodo, cámara en mano y listos. Del viernes destaco el flow endiablado de la chilena Mariel Mariel con su pose provocativa de chica mala. A medio camino entre el reggaeton, la electrónica y el deep r&b sorprendió a la sombra de la torre de Don Fadrique.

Y también en la torre, menuda delicia lo que hizo Vanessa Zamora ella sola son su guitarra. La mexicana, a la cual no conocía de nada, me atrapó de lleno, a pesar de la distancia entre escenario y público. Luego se empezó a suceder el rock garajero imperante en esta edición y yo lo tenía claro con los conciertos de Baywaves, My Expansive Awareness y The Parrots. No iba a faltar. En uno de los escenarios que más ganas tenía de descubrir, el parking subterráneo de un hotel, patrocinado por la marca de chupitos más famosa del momento. Eso sí, el calor allí dentro de la ratonera era monstruoso, pero ¿quién dijo que el garaje fuera cómodo?  Los Nastys y Cecilio G, tras Parrots, así sin anestesia ni nada. Cee Gee, el único ‘artista’ de trap del Monkey llegaba por entre el público 15 minutos tarde con la mochila a la espalda y directamente se subía al escenario, donde no dio pie con bola. Mandó a su dj volver a poner las canciones dos o tres veces y nos tomó el pelo en nuestra puta cara. Y perderme a Chencho Fernández por esto… En fin.

Otro de los escenarios peculiares de esta edición del Monkey y que más visitas atrajo, fue la pista de coches de choque de mano de The Happy Place y Sala X. Los ‘conciertos de choque’ eran la atracción principial en la alameda. Empezaron con Terry Vs Tori y su dream pshicodelic pop muy nebuloso. Fichados en mi lista de molar. Ya no volví a la pista hasta Vera Fauna, los sevillanos que cerraban este escenario/atracción. Únicos en su especie, llenaron hasta la bandera. ‘A|B’ es su primera referencia. Fácil, dos temas, dos hitazos. Melodías paradisíacas, onda surfing y juventud. Sevilla tiene escena amig@s.

En la alameda también había instalado un escenario aparte de la pista de coches de choque. Un escenario normal, pero más grande y con más aforo. Ahí tenía apuntado en mi lista a Agoraphobia. Descubrí a estas chicas justo el año anterior en el Monkey Week tocando dentro de las bodegas Osborne y flechazo. Una hostia en la jeta, punk molón de ese que te escupe en los ojos. Este año sonó monumental para toda la alameda y con un lleno bastante importante. Señor@es de festivales, hay más grupos de chicas molones, aparte del que ya todos conocemos. Cool. Los Vinagres en sala Fan Club. Si, apuntado también en mi lista… Pero imposible entrar… Sala llena y aún así, más de 50 personas haciendo cola para poder entrar. Ciao. Justo lo mismo que me pasó el sábado para Los Bengala en el parking. Solo tuve esos dos problemas de acceso. Una pena, con las ganas que tenía de verlos.

La grandeza y la voz de Pianet me sedujo y más en el bello entorno de la torre de Don Fadrique. Otro de los directos más bonitos que me traigo del Monkey Week. Impregnó a todos los presentes con su ‘Watercolor’ melodías preciosistas que pueden recordar a Damien Rice o Tom Odell. Ohh, no se me olvida el rico paseo que me di hacía sala Malandar  para ver, una vez más (y las que hagan falta) al gran Rick Brendan, el alter ego de Jordi Tello, siempre gamberro, divertido e imprevisible. Mereció la pena. Una vez caída la noche, turno de un poco de baile de la mano de Kid Simius. A ese dúo electrónico le eche el ojo en el FIB y cuando me enteré que tocaban en el Monkey, hora y lugar reservado. Aunque el sonido de la sala Holiday no era el deseado (demasiado bajo), en un concierto de electrónica no se tiene que poder hablar, hombre ya. Sala Holiday mejoró un poco en los bolos del sábado que vi allí: el de los daneses Magnolia Shoals y el posterior de Cala Vento. Los primeros, tras tres canciones se hacían bastante repetitivos, incluso con el mismo tono de voz del cantante. No me gustaron mucho. Todo lo contrario que los catalanes. Un dúo de kraut que mola cosa mala, imaginaos unos Perro, pero con un sonido más limpio donde la voz tiene un buen peso específico. De los mejores directos que vi el sábado en el Monkey a pesar de la luz roja del diablo permanente en la sala.

En la torre de Don Fadrique más murcianos. Alien Tango son inclasificables. Su frontman es una mezcla loca entre Mika y Mick Jagger y su música es pura paranoia extraterrestre. Y así, como si viéramos un ser del espacio exterior quedamos todos los presentes mientras los veíamos con sus trajes de Batman y Superman bajo el sol de mediodía en el patio del espacio Santa Clara. Efectos psicodélicos, gritos y una buena puesta en escena hacen el resto para que sea un concepto único y sabroso. ‘Supernatural Mango’ es su carta de presentación y tiene joyas que debes escuchar YA como ‘Honey’ o ‘I Don’t Wanna Die’ que te van a reblandecer el cerebelo. ¡Grandiosos!

Más tarde, volví bajo la torre (sin duda fue en el escenario que más veces estuve). Días atrás me habían recomendado por Facebook que tenía que ver a Bottlecap y ahora doy las gracias por ello Adolfo Jesús Mazuecos. Power trío de hard rock potente y descarado. Encima todos ellos de amarillo, adoración en aumento. Guitarrista y bajista se intercambian el rol de voz principal y ambos no paraban de dar saltos y hacer acrobacias por los bordes del escenario sin desentonar en una nota. Su fuerte es el directo y lo explotan hasta dejarte KO. Desde Suecia con amor baby. Único grupo con el que me hice una foto en el Monkey.

Recién caída la noche, La Sala bajaba sus luces y solamente dejaba ON las pequeñas lamparitas anaranjadas de sus mesas para dar la bienvenida a la copla y la nueva canción española de Dúo Orquesta Regalizes. Fran Ropero y Aarón Sáez reivindican la calidad musical y las cosas bien hechas con Juan Tae al bajo, German Sevilla y Antonio Turro a la guitarra. Copla, pasadoble, tonadilla… En principio nada nuevo, pero el concepto es rico en matices. Letras llenas de actualidad, ironía y ‘mala baba’ con ellos mismos dicen. Estuvieron presentando algunas de las nuevas canciones que van a estar en su nuevo disco ‘¿Aquí cuándo se dice ole?’, se bailo, se gozó, se comieron palomitas de maíz recién hechas y hubo mucha emoción.

Ya se agotaban las fuerzas, pero aún había algún grupo por descubrir, como el caso de los portugueses Cave Story que tenía anotados. Una trío con aires de The Strokes salvajes que dejaron patas arriba la pequeña sala La Caja Negra. Escúchate su ‘Spider Tracks’ y sal de dudas. Emprendiendo camino a Sala X y Sala La Calle, los dos puntos más alejados del epicentro musical de la Alameda de Hércules, para un poco de Perro en toda la cara. En esta ocasión no me llevé la cámara y me coloqué en primera fila. Lo demás es gin por todo el cuerpo, pies hecho carbonato y tirón de cuello, pero todo ello muy a gusto chaval.

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